A
partir de la lectura de la entrevista con el antropólogo francés David Le
Bretón en relación al tema de la importancia del cuerpo en nuestro siglo,
responda usted a la siguiente grilla de preguntas.
·
Reflexione sobre la idea de que el cuerpo es la materia
prima para la construcción de un Personaje.
·
Reflexione sobre la relación cuerpo formateado – modelo
de belleza – marketing
·
Reflexione sobre la idea de la clonación y la uniformidad
exterior.
·
¿Coincide usted con la afirmación del autor de estar
presenciando un formateo globalizado de la adolescencia?
·
Reflexione sobre la idea de que en un mundo de permanente
cambio y transformación la única verdadera propiedad es nuestro cuerpo y por
ende asume una importancia trascendental.
La era de los cuerpos formateados
El
auge de la cirugía, la pérdida de la humanidad sensible, el abandono de la
singularidad y la caída de los lazos afectivos son algunas de las problemáticas
de las sociedades contemporáneas que estudia el antropólogo francés David Le
Breton. "Hay una clonación generalizada", afirma en este diálogo.
En
mangas de camisa, y con un mechón de pelo cayéndole sobre la frente que
evidencia que no se ha molestado en peinarlo, David Le Breton, uno de los popes
de la antropología del cuerpo sonríe, como lo haría un niño pequeño, sin que
eso le quite gravedad a sus afirmaciones: "Tendemos a un mundo que pierde
toda su humanidad sensible"; "la extrema conexión hace que la gente
esté siempre ausente, fuera del lugar en el que está su cuerpo"; "la
única certeza que nos queda es que vamos a morir, de allí que el cuerpo sea lo
único que nos queda, lo único verdaderamente nuestro"; "las
sociedades están perdiendo sus almas y las personas también".
Formateo
del cuerpo, pérdida de la humanidad sensible, abandono de la singularidad,
caída de los lazos afectivos y utilización de máscaras son algunas de las
problemáticas de las sociedades contemporáneas que inquietan al antropólogo
francés, autor de Antropología del cuerpo y modernidad, profesor en la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo y miembro del
Instituto Universitario de Francia, que visitó la Argentina este año para
dictar el seminario de doctorado Imaginarios e Itinerarios del cuerpo, en la
Facultad de Filosofía de la UBA.
¿Cuál es la concepción del cuerpo que
impera en la sociedad actual?
La
concepción del cuerpo ha cambiado notablemente desde hace unos veinte años. En
este momento, tenemos una multitud de modelos de cuerpo que compiten y se dan
simultáneamente. Hay una conducta radical de transformación del cuerpo que ha
llevado a la fetichización de estereotipos de género. Hay una corriente de
pensamiento norteamericana que busca aliar el cuerpo a la máquina. Están
convencidos de que somos sólo la información que está en nuestro cerebro y
aspiran a cargar su espíritu en la red o en una computadora. Sin embargo, creo
que para centenares de millones de personas la cuestión del cuerpo no
representa ningún problema. El problema es sobre todo una tendencia urbana y de
sociedades muy desarrolladas, no me parece que afecte a sociedades más pobres.
Pero el cuerpo que durante mucho tiempo fue como un destino que arraigaba la
personalidad, la identidad de la persona, ha sido dejado de lado. Para muchos
de nuestros contemporáneos el cuerpo es una especie de materia prima para
fabricarse un personaje. Se reivindica una singularidad sobre el propio cuerpo.
Sucede,
por ejemplo, en la postura transexual que reivindica la transformación profunda
del cuerpo, incluso rechazando la noción de género y la idea de masculino y
femenino. Al mismo tiempo, las mujeres quieren ser más mujeres y los hombres
más hombres. Hay una especie de formateo del cuerpo mediante cirugías
estéticas, regímenes, uso de cosméticos y de técnicas estéticas. Hay un modelo
globalizado de la mujer imperante en este momento que multiplica los problemas
de anorexia y bulimia entre los más jóvenes, un modelo de tiranía de la
delgadez que invade nuestra sociedad desde hace unos años. Es el mismo modelo
que lleva a las mujeres japonesas a quitarse el rasgo oriental del rasgado de
sus ojos o que lleva a las mujeres africanas a tratar de blanquearse la piel.
Por
supuesto, esto viene ligado al comercio, el marketing y el merchandising que
lleva a innumerables mujeres a sentirse mal consigo mismas. Es lo que hace que
prosperen las cirugías y los cuerpos formateados. Sucede también entre los
hombres que tienden a la acentuación de la virilidad. Hay hombres que se
sienten amenazados por el auge del feminismo y entonces acentúan todos los
criterios de su virilidad.
¿Es posible afirmar que en la búsqueda
de la singularidad se interviene tanto en el cuerpo que se conciben modelos
seriados?
Sí,
hay una suerte de clonación generalizada. Voy a responder con una anécdota:
estoy en una ciudad de los Estados Unidos en un congreso. Hay un grupo de
mujeres conversando entre ellas, aparece un hombre, toma del brazo a una de
ellas y le dice: "Querida, es hora de que nos vayamos". En ese
momento la mira a la cara y descubre que no es su mujer. Esto sucede más a
menudo de lo que pensamos porque las mujeres se parecen cada vez más. El cuerpo
de la mujer está comercializado y eso hace que las mujeres empiecen a parecerse
en el mundo entero. La juventud también termina por parecerse en todos lados,
los adolescentes viven fascinados por las marcas comerciales y terminan
uniformados. Yo trabajo mucho sobre las conductas de riesgo de los adolescentes
y esta es una preocupación profunda. En todas partes del mundo siento que veo exactamente
los mismos adolescentes, sea en Tokio, Río de Janeiro, Buenos Aires o
Estrasburgo, los chicos usan la misma ropa, los mismos cortes de pelo, los
mismos tatuajes... Tengo una impresión que me aflige y es que percibo un
formateo globalizado de la adolescencia.
¿Podría tratarse de una forma de
perderse en un anonimato que imponen las ciudades globales?
En
realidad cada uno está en la búsqueda de la singularidad, pero es un poco la
sociología de la moda, cada uno trata de tomar algo para acentuar su
singularidad pero, como todos toman los mismos productos, se genera lo que se
llama la lógica paradójica de la moda, que en última instancia pierde la
variedad. Hoy no veo mucha diferencia entre Buenos Aires y Estrasburgo. En las
grandes tiendas se ve la misma ropa, se oye la misma música. En la calle todos
nos vestimos igual, vamos a los mismos restaurantes de cadena mundiales,
consumimos los mismos comerciales, las mismas marcas. Las culturas tienden a
desdibujarse, hay una trituradora gigante generada por el consumismo. En las
ciudades sólo quedan pequeños resquicios culturales singulares. Y esto es algo
que ha sucedido en los últimos veinte años.
¿Cuál considera que es la principal
amenaza de esta pérdida de singularidad y de este borramiento de las culturas?
Creo
que las sociedades pierden su alma y las personas también, es una manera de
vivir en un mundo simplificado. Creo, por ejemplo, que a Borges y a Cortázar
les costaría mucho identificarse con esta Buenos Aires que yo veo hoy. Vivimos
en un mundo que está bajo la égida de la mercadería y eso se hace patente en la
calle. Una cosa que me emociona mucho de Buenos Aires es la cantidad de
librerías, la cantidad de libros, y la cantidad de gente que hay en las
librerías. Es algo que no he visto en otras partes del mundo. Buenos Aires
tiene allí un encanto fuerte.
¿Cree que la crisis actual del modelo
dominante puede dar lugar a la búsqueda de un nuevo sendero, más ligado a la
singularidad?
Creo
que es muy difícil encontrar singularidad en el mundo de hoy, en todo caso creo
que es un camino muy personal. Vivimos en un mundo en el que estamos cada vez
menos juntos, pero sí cada vez más pegados. El universo de la mercancía tiende
a quebrar los lazos de solidaridad y también los lazos de amistad. El amor y la
amistad se vuelven sentimientos difíciles, y eso se percibe en la precariedad
de las relaciones afectivas. Antes se entablaban amistades que duraban toda la
vida, ahora, en el contexto neoliberal, cambiamos de profesión o de trabajo,
cambiamos de vecinos, de amigos, de relaciones. Las familias se ven
desgarradas. En definitiva, la única certeza que nos queda es que vamos a
morir, de ahí que el cuerpo sea lo único que nos queda, lo único verdaderamente
nuestro. Con un cuerpo amenazado por el consumismo, es muy difícil seguir el
camino propio. Cuando un hombre o una mujer están decididos a encontrar el
propio camino, se enfrentan a muchas resistencias y en general son vistas como
personas excéntricas, extravagantes. No tener teléfono celular, yo no lo tengo,
parece una locura, nadie puede comprender que alguien viva actualmente sin
celular, cuando hemos pasado millones de años sin ellos. Lo que sucede es que
hoy hay que estar siempre alerta, siempre disponible, sin importar donde uno
esté. Es un mundo que yo rechazo porque considero que el hombre necesita un
tiempo para estar consigo mismo, necesita momentos de interioridad, de
libertad, sin que eso sea una excentricidad. Me cuesta entender a millones de
personas que van por la calle hablando permanentemente por teléfono, parece que
estamos habitando un mundo en el que uno se pregunta si la gente está presente.
La extrema conexión hace que la gente esté siempre ausente, fuera del lugar en
el que está su cuerpo. Claro que es más grave entre los adolescentes, lo que
indica que se tiende a un mundo que pierde su humanidad sensible.
Decía hace un momento que lo único que
nos queda es el cuerpo, ¿cuál es su interpretación de lo que sucede con
fenómenos como Second life, donde es posible crear un avatar, un otro yo ideal?
Es
un fenómeno que responde a la fantasía de no estar encerrado en una identidad
personal, sino poder multiplicarla, poniéndose fuera del cuerpo. Internet para
mí es el universo de la máscara, cuando tenemos una máscara podemos ser
cualquier cosa, y cualquiera. Es como un eterno carnaval, donde detrás de los
disfraces las personas hacen cosas de las que se avergonzarían si no portaran
una máscara. Creo que es una forma de escapar de la propia realidad, una forma
de sublimar...
Una
forma de liberarse de las ligaduras del cuerpo... Sí, porque a partir del
momento en el que uno se libera de la raíz corporal, se llega a la omnipotencia
de pensamiento y él parece pertenecernos. Claro que es un mundo de absoluta
fantasía
Fuente: Cuadernillo de prácticas, Materia Siglo XXI, Teran ALVAREZ.
y las respuestaS?
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